Las articulaciones del codo, la muñeca y la mano ponen en juego un complejo mecanismo de nervios, músculos y tendones; articulan más de 30 huesos entre sí para permitirnos realizar todo tipo de actividades manuales de alta precisión.
Estas estructuras pueden dañarse por múltiples motivos: traumatismos, por la realización de actividades laborales o deportivas repetidas, por sobrecarga, o en casos de artritis reumatoide y otras patologías inflamatorias de las articulaciones. El daño que afecta a estas estructuras puede ser muy invalidante, y el tratamiento de estas lesiones requiere un amplio conocimiento anatómico y una cirugía de gran precisión.
Las lesiones en el codo, la muñeca o la mano pueden variar desde leves esguinces hasta fracturas complejas. Estos son algunos de los síntomas más comunes que pueden indicar una lesión que requiere atención médica especializada:
Si experimentas alguno de estos síntomas tras un golpe, caída o accidente, es crucial buscar atención médica. Las lesiones no tratadas en el codo, muñeca o mano pueden llevar a problemas a largo plazo como dolor crónico, debilidad y pérdida de función. En nuestra clínica, contamos con especialistas en traumatología que pueden diagnosticar adecuadamente tu condición y ofrecer el tratamiento más efectivo para asegurar una recuperación óptima.
En nuestra clínica de traumatología, ofrecemos tratamientos especializados para lesiones que afectan el codo, la muñeca o la mano, diseñados para aliviar el dolor, restaurar la función y promover una recuperación rápida y segura. A continuación, se presentan algunas de las opciones de tratamiento avanzadas disponibles:
Cada plan de tratamiento es personalizado, basado en una evaluación detallada y las necesidades específicas del paciente. Nuestro equipo está comprometido con proporcionar la más alta calidad en atención médica, utilizando las técnicas y tecnologías más avanzadas para asegurar los mejores resultados posibles.
Las lesiones en estas áreas suelen ser causadas por caídas, impactos directos, movimientos repetitivos que provocan tensión y desgaste, así como por prácticas deportivas o actividades laborales que requieren movimientos continuos o el uso de fuerza.
Los síntomas comunes incluyen dolor agudo o crónico, hinchazón, moretones, limitación en el rango de movimiento, debilidad, inestabilidad en la articulación afectada y, a veces, entumecimiento o hormigueo, especialmente si hay afectación nerviosa.
El diagnóstico generalmente comienza con una evaluación física y puede incluir pruebas de imagen como rayos X, resonancias magnéticas o ultrasonidos para determinar la extensión del daño y la estructura específica afectada.
Los tratamientos pueden variar desde medidas conservadoras como inmovilización, hielo, medicamentos antiinflamatorios y fisioterapia, hasta procedimientos quirúrgicos en casos de lesiones más graves como fracturas complejas, desgarros de ligamentos o daño significativo en los nervios o vasos sanguíneos.
Es importante consultar a un profesional de la salud si el dolor es severo, si hay deformidad visible, incapacidad para mover la articulación, signos de infección como calor o rojez, síntomas que no mejoran con el descanso o si afecta la capacidad para realizar actividades cotidianas.
La prevención incluye el uso de equipo de protección adecuado durante las actividades deportivas, realizar ejercicios de fortalecimiento y estiramiento, asegurarse de que los entornos de trabajo estén ergonómicamente ajustados y tomar descansos regulares durante las actividades que implican movimientos repetitivos.
El tiempo de recuperación depende de la gravedad de la lesión y del tratamiento específico aplicado. Las lesiones menores pueden requerir unas pocas semanas, mientras que las más graves o aquellas que requieren cirugía pueden necesitar varios meses para una recuperación completa.
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